Como he comenzado esto, uno. Uno es el mes que llevo pisando estas tierras, un mes y dos días desde que dejé el aeropuerto de Peinador con unas cuantas lágrimas y unos regalos que los guardo como tesoros. A mí no me parece un mes, me da la sensación de que llevo unos cuantos más, será porque he hecho una barbaridad de cosas distintas desde que estoy aquí.
Me parece increíble que no haya dejado escrito por aquí mis comienzos con el mundo de la natación... jajajaja. Soy un paquete, como en todos los deportes y actividades que me propongo hacer, pero mira que me río. Mi semana pasada comenzó con una hora sólo de work out, que me parecía imposible levantar dos mancuernas (que no cornamusas), y mis agujetas llegaban hasta donde termina el horizonte. Meterme en el agua fría de la piscina ha sido lo que más me ha recordado a Galicia estos días. Recordar estoy recordando las agujetas de la semana pasada, parecía un pato, que ni me podía reír de lo que me dolían mis músculos de cabeza para abajo. Esta semana tengo que decir que ya aguanto con todo los pounds que me mandan levantar, que la estación de subir corriendo escaleras ya le empiezo a meter caña, y que los push-ups (flexiones) se me siguen resistiendo, pero yo lo sigo intentando. Todo esto combinado con tirones, calambres y mi crac simpático (he decidido llamarle así porque fue lo que escuché antes de que me empezara a doler) en el abdomen, ahora tengo que ir a la trainer (sí, tenemos preparadores físicos -creo que se les llama así en España- en el insti). También he aprendido a hacer el flip al acabar las 25 yardas para dar la vuelta, y lo de tirarme bien de cabeza... jajajaja, en vez de seguir nadando hacia delante me voy para abajo tal como si fuese hecha de plomo. Eso sí, a mí que no me manden como el otro día a las seis de la mañana recuperando entrenamiento (soy la inteligente que se olvida el bañador para nadar, hurray!), aún despertándome, hacer ocho doscientos freestyle... pero ya noto que empiezo a mejorar a pesar de seguir siendo una torpeza humana, y eso, me anima.
He de decir que me he sacado de AP European History. Que no, que yo no me meto en una clase donde el profesor el día del examen te dice que te pone los dos temas juntos, y las tres horas diarias que me pasé estudiando para traducir e intentar hacer la síntesis de los piques Francia-Inglaterra, ahora pasan a ser los de un siglo más, con sus correspondientes cuarenta páginas más. Que prefiero mil veces más mi clase de Jewelry, con mi proyecto de estar haciendo una pulsera.
Otra cosa que me sigue asombrando de estos americanos es la variedad de comida. Que si vietnamita, que si mexicana -de este tipo hay en abundancia- que si italiana, que si israelí, que si griega... pero es que a todo, a todo, le tienen que meter algo picante. Y también tienen todo en botecitos y envasado, siempre tengo la sensación encima de que no existe la comida auténtica.
Pensando en lugares o cosas interesantes que haya hecho, puedo decir que he ido a un asiático a cenar la semana pasada, donde te cocinaban la comida delante de tus narices, un espectáculo de los grandes. También mi padre americano me ha estado enseñando el proyecto en el que está trabajando: está en la NASA, programando el software de un cohete para la Estación Espacial Internacional. Pero creo que si tengo que narrar mi gran aventura patosa, sin duda ha sido la de este viernes después del cole. Ay, jajaja, creo que mi patosismo llega a lugares inimaginados. Te cuento: mi hermana y yo nos fuimos después del cole, al barco de mis vecinos David y Leanne. Nos fuimos al Victory Lake, donde las casas que hay a pie del lago son una locura, todas y cada una con embarcaderos dignos de película. El caso es que me ofrecieron hacer wakeboard y esquí acuático. Y yo, evidentemente, dije que sí, que yo eso no me lo perdía por nada del mundo, pero avisé de que no tengo ni idea. Ay, qué paciencia tienen conmigo. Shelby me ha dicho que soy la primera persona que ve que no es capaz de ponerse en pie sobre el agua del ataque de risa tan grande que me entró. Que cuando me decían que mantuviera los brazos firmes salía volando de morros contra el agua, que cuando tenía que tener las piernas flexionadas se me salía la tabla de los pies... jajajajajajaja, lo dicho, mi torpeza cada día más llega a lugares inexplorados.
Me parece que ya no queda mucho más que contar, y bueno, lo que queda, se lo dejo a la siguiente entrada!
Te dejo con una canción que por aquí es prácticamente imposible de encontrar, el rap está empezando a aplastarme los sesos. Y las fotos, son de mis aventuras de estos días, como dirían los de MasterCard: no tiene precio.
Burning - Una noche sin ti
Pd: ya he montado en el Corvette descapotable gris metalizado de mi padre, el coche fantástico se queda corto, jajajaja.
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