martes, 29 de noviembre de 2011

109: Una se americaniza cuando en un driving trip a Austin se lleva su almohada y manta y desayuna en un Taco Bell en pijama.


Estados Unidos tiene maravillas hasta puntos que no me dejan de sorprender, y si no miradme en estos momentos, escribiendo esta nueva entrada desde el truck de mi familia camino a Dallas, hablando mi querida Uxía (gracias por prestarme las fotos para esta entrada, has captado estos días con un término mucho más alto que la perfección)y esta servidora por skype con nuestro Antón en LA.

Si te soy sincera, sigo en el truck, pero ya estoy de camino a casa. Acabo de pasar mis primeras Thanksgiving en Estados Unidos, las mismas en las que se trincha el pavo. Y aunque bendecir la mesa se hizo de pie y sin mucha mesa que digamos, los veinte distintos tipos de rellenos y el propio pavo en si no decepcionaron.
Haciendo un poco de memoria, esta semana que no he tenido clase me la he pasado como una enana –pido perdón a los cortos de estatura por esta expresión- y es que skype con toda tu familia, ver como tu hermano sopla las velas de su treinta cumpleaños (sí, me acuerdo de ti, petardo, que una necesita mucho más que unos cuantos miles de kilómetros para olvidarse de su hermanito mayor), hablar con amigos que hacía tiempo que no saludabas, alternarlo con la visita de tu amiga de Dallas, enseñar a jugar a las cartas a tus amigos americanos, ir a un campo de béisbol a reírte no poco y sacarte fotos, DESAYUNAR EN CRACKER BARRIL, volver a quemar marshmellows, ir a una gasolinera del tamaño de un centro comercial, seguir alimentando mi extraña afición por ponerme nombres falsos en Starbucks, y un sinfín de cosas que mi memoria se ríe ahora conmigo de ellas me dice que qué simpática es la vida a veces. Ya te lo he dicho, me quedo con lo mejor de estos días. Me quedo con lo mejor de mis casi cuatro meses por este lado del Atlántico.

Hablando de tiempo, esa medida de tiempo tan injusta, esto se me está pasando demasiado rápido, y eso que decían que hasta Navidades era cuando más lento iba. Y un jamón (Navidul, vuelve a casa por Navidad, y de paso tú también, turrón de Suchard), que esto ya está a medio camino, que las lágrimas que a veces mis Ragsdale’s y yo nos tenemos que tragar no me pone las cosas fáciles. Pero…pero supongo que esto son gajes del oficio. Mientras tanto… toca seguir viviendo esta aventura. Es difícil ser consciente de que estás a tanta distancia del lugar en el que has pasado tu vida y tanto echas de menos, pero más difícil es saber que por mucha morriña que te entre, estoy empezando a encontrar mi lugar aquí, en un lugar del que soy consciente que algún día me tendré que ir.

Mundo párate, que yo me bajo.


                     Robert Pattinson - I was broken






















PD: He retomado mi vieja costumbre de hacer listas por y para todo. Laura ha vuelto. 

viernes, 11 de noviembre de 2011

95: "If you are going to San Francisco...

...be sure to wear some flowers in your hair."

Con esa canción en una mano y con la maleta y mucha emoción en la otra, así llegué a tierras californianas. No sé ni por dónde empezar, miles de imágenes se acumulan en este momento en mi memoria. Las vistas por primera vez del Pacífico, con los surferos rubios californianos propios de las películas adolescentes de los noventa, me hicieron echarme a reír desde el primer minuto. El subir con el coche hasta Presidio Park y contemplar las vistas no tiene desperdicio, y ver por primera vez el Golden Gate tampoco.

Quizás si hay algo que me gusta de esta ciudad es que tiene toques que me recuerdan a mi querido Vigo. Que sí, que el Golden Gate es una, aunque Rande no sea lo mismo. Que las cuestas por doquier son otras, y que tengas una bahía y el frío sea de verdad, del que te congela las mejillas cuando abres la puerta de casa son otras. Aunque he de reconocer que tiene sus toques americanos, o californianos, o no sé muy bien cómo etiquetarlos. Haight-Asbury como corazón del movimiento hippie, sigue teniendo marcas por todas partes, tiendas vintage con artículos increíblemente extravagantes. Alamo Square, con las Painted Ladies, esas preciosas casas victorianas decoradas con colores pintorescos que aparecen en todas las postales, y vistas a la bahía en todo momento. Chinatown, Japantown, cruzar el Golden Gate y contemplar las vistas de la ciudad un poco más alejados, con el sol que a comienzos de noviembre no es muy común, nos dejó una paronámica increíble. También estar en un cuartel militar donde estaban los misiles apuntando a Japón en la guerra fría, y que aquello ahora esté totalmente abandonado te hace estremecerte un poco. Aunque un par de pasos más allá, encuentres romero sin darte cuenta, mientras te quedas mirando allí abajo, en una roca, un faro alejado de cualquier contacto humano. Me pregunto si el liceo de Bouzas descubre ese faro, cuánto tiempo tardará en hacer un cuadro y colgarlo en la cafetería, jajajaja.

Volviendo a San Francisco, tengo que hacer una mini pausa en el hotel. Y es que aunque mi vértigo no lo agradeciera mucho, el estar en la planta 27 nos dio unas vistas increíbles de todo el Financial District. Desayunar en la 31, en el pequeñito Club Lounge donde podías prácticamente toda la zona norte de la ciudad, me dejó claro que tengo que volver a esa ciudad tarde o temprano. Hablando del Financial District, allí nos metimos mi querida hermana y yo por sus calles el viernes por la tarde y nos fuimos de compras. Qué le iba a hacer, llevaba tres meses sin ver un Zara, y mi querido alias de "Zaura" comenzaba a caer en el olvido. Después de regresar al hotel y tomarme un san francisco en San Francisco (que sabía a todo menos a San Francisco, jajajajaja), allá nos fuimos a uno de los lugares con más encanto. Little Italy es increíble. Quizás el restaurante tuvo su gran culpa, encontrarte con italianos de pura cepa (dime si con una foto de Valentino Rossi cenando en el local a la puerta del recibidor no es italiano italiano, jajajaja), encontré una banderita española entre otras muchas que colgaban, mezcladas con dibujos imitando a la capilla sixtina y estatuas griegas de por medio.

Con un poco cansacio de más empezamos nuestro siguiente día con un ferry a Sausalito. No llegué a ver las casas flotantes, pero lo poco que vi me encantó. En un momento de coincidencia descubrí ciertas placas en los bancos del puerto. He de reconocer que una se me quedó grabada en la memoria: "For EARL GATES, who loved this kingdom by the sea". Hard Rock Café vuelta, seguido de una subida (y cuando digo subida, es con un desnivel de los que como dejes el coche sin el freno de manos, ya puedes ir al puerto a buscarlo)a Lombard Street, riéndome de cómo los coches descienden esa calle imposible. Supongo que la noche puso la guinda con el nuevo espectáculo del Cirque du Soleil. O quizás la guinda sigue siendo el que sepa que todas esas calles, esas casas, la gente variopinta y la lluvia que te cala, toda, están capturadas. Algunas las pude recoger con mi cámara, otras se las tendré que dejar a mi memoria.

Hey, San Francisco, ya sabes, ni se te ocurra olvidarte de mí, algún día te pisaré de nuevo, no lo dudes...

Scott Mckenzie - San Francisco