...be sure to wear some flowers in your hair."
Con esa canción en una mano y con la maleta y mucha emoción en la otra, así llegué a tierras californianas. No sé ni por dónde empezar, miles de imágenes se acumulan en este momento en mi memoria. Las vistas por primera vez del Pacífico, con los surferos rubios californianos propios de las películas adolescentes de los noventa, me hicieron echarme a reír desde el primer minuto. El subir con el coche hasta Presidio Park y contemplar las vistas no tiene desperdicio, y ver por primera vez el Golden Gate tampoco.
Quizás si hay algo que me gusta de esta ciudad es que tiene toques que me recuerdan a mi querido Vigo. Que sí, que el Golden Gate es una, aunque Rande no sea lo mismo. Que las cuestas por doquier son otras, y que tengas una bahía y el frío sea de verdad, del que te congela las mejillas cuando abres la puerta de casa son otras. Aunque he de reconocer que tiene sus toques americanos, o californianos, o no sé muy bien cómo etiquetarlos. Haight-Asbury como corazón del movimiento hippie, sigue teniendo marcas por todas partes, tiendas vintage con artículos increíblemente extravagantes. Alamo Square, con las Painted Ladies, esas preciosas casas victorianas decoradas con colores pintorescos que aparecen en todas las postales, y vistas a la bahía en todo momento. Chinatown, Japantown, cruzar el Golden Gate y contemplar las vistas de la ciudad un poco más alejados, con el sol que a comienzos de noviembre no es muy común, nos dejó una paronámica increíble. También estar en un cuartel militar donde estaban los misiles apuntando a Japón en la guerra fría, y que aquello ahora esté totalmente abandonado te hace estremecerte un poco. Aunque un par de pasos más allá, encuentres romero sin darte cuenta, mientras te quedas mirando allí abajo, en una roca, un faro alejado de cualquier contacto humano. Me pregunto si el liceo de Bouzas descubre ese faro, cuánto tiempo tardará en hacer un cuadro y colgarlo en la cafetería, jajajaja.
Volviendo a San Francisco, tengo que hacer una mini pausa en el hotel. Y es que aunque mi vértigo no lo agradeciera mucho, el estar en la planta 27 nos dio unas vistas increíbles de todo el Financial District. Desayunar en la 31, en el pequeñito Club Lounge donde podías prácticamente toda la zona norte de la ciudad, me dejó claro que tengo que volver a esa ciudad tarde o temprano. Hablando del Financial District, allí nos metimos mi querida hermana y yo por sus calles el viernes por la tarde y nos fuimos de compras. Qué le iba a hacer, llevaba tres meses sin ver un Zara, y mi querido alias de "Zaura" comenzaba a caer en el olvido. Después de regresar al hotel y tomarme un san francisco en San Francisco (que sabía a todo menos a San Francisco, jajajajaja), allá nos fuimos a uno de los lugares con más encanto. Little Italy es increíble. Quizás el restaurante tuvo su gran culpa, encontrarte con italianos de pura cepa (dime si con una foto de Valentino Rossi cenando en el local a la puerta del recibidor no es italiano italiano, jajajaja), encontré una banderita española entre otras muchas que colgaban, mezcladas con dibujos imitando a la capilla sixtina y estatuas griegas de por medio.
Con un poco cansacio de más empezamos nuestro siguiente día con un ferry a Sausalito. No llegué a ver las casas flotantes, pero lo poco que vi me encantó. En un momento de coincidencia descubrí ciertas placas en los bancos del puerto. He de reconocer que una se me quedó grabada en la memoria: "For EARL GATES, who loved this kingdom by the sea". Hard Rock Café vuelta, seguido de una subida (y cuando digo subida, es con un desnivel de los que como dejes el coche sin el freno de manos, ya puedes ir al puerto a buscarlo)a Lombard Street, riéndome de cómo los coches descienden esa calle imposible. Supongo que la noche puso la guinda con el nuevo espectáculo del Cirque du Soleil. O quizás la guinda sigue siendo el que sepa que todas esas calles, esas casas, la gente variopinta y la lluvia que te cala, toda, están capturadas. Algunas las pude recoger con mi cámara, otras se las tendré que dejar a mi memoria.
Hey, San Francisco, ya sabes, ni se te ocurra olvidarte de mí, algún día te pisaré de nuevo, no lo dudes...
Scott Mckenzie - San Francisco
EHHHHHHH DIOS MIO GUITARRA DE JOURNEY DIOS OH.
ResponderEliminarLa puto subes al tuenti y me etiquetas YA.